La ITF se solidarizó al conocer el fallecimiento de un trabajador a bordo de un buque en Uruguay

Así se expresó la ITF junto a la Unión de Trabajadores del Transporte (UTT) de Uruguay tras el fallecimiento de un trabajador pesquero producido a bordo de un buque luego de permanecer alrededor de 30 días con síntomas de Covid-19 y tras la negativa del Capitán de descontinuar la pesca. 

Sindicatos exigen “anteponer la vida humana al beneficio económico”.

De esta manera, el pasado 2 de noviembre, el buque de bandera portuguesa Verdemilho atracó en el puerto de Montevideo, la capital uruguaya. A bordo había un ciudadano peruano fallecido que había presentado síntomas de Covid-19.

Así, el referente de la UTT Adrián Suárez, sostuvo que la organización “ha venido luchando contra las condiciones imperantes, crueles, casi terroríficas, en las que realizan sus tareas decenas de miles de trabajadores de compañías pesqueras que ingresan al puerto de este país para descargar la pesca obtenida en el Atlántico Sur”.

Buque Verdemilho atracando en el Puerto de Montevideo

“Sabemos que el tripulante estuvo enfermo a bordo durante más de 30 días y no lo trajeron para que recibiera tratamiento, siguieron pescando”, dice Suárez, que también ocupa el cargo de contacto de la ITF en Uruguay.

Además, Suárez agregó “el capitán se rehusó a ingresar al puerto porque el tripulante enfermo presentaba síntomas de COVID‑19, y si se confirmaba que era positivo, tendría que poner a todo el buque en cuarentena”, y aseguró al respecto “poner al buque en cuarentena significaría no poder continuar pescando, por lo que el capitán simplemente se negó a entrar al puerto. Eso es lo que nos dicen sus compañeros de tripulación”.

El dirigente comentó que “el pescador peruano podría haber sobrevivido si el capitán hubiera antepuesto la salud de la tripulación a los beneficios económicos y hubiera procurado asistencia médica para el tripulante enfermo en Montevideo” y concluyó “este funesto dilema refleja los peligros que conlleva el trato recibido por los trabajadores de las compañías pesqueras en el Atlántico Sur”.

La solidaridad de la ITF

Por otra parte, la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF), que afilia a mas de 18 millones de trabajadores y trabajadoras del transporte, representados en 670 organizaciones sindicales de 147 países, expresó su solidaridad con los trabajadores marítimos y las condiciones que les ha tocado padecer durante la pandemia.

En ese sentido, el secretario regional de la ITF Américas, Edgar Díaz, remarcó “desde ITF nos solidarizamos con los trabajadores marítimos y exigimos que se valore la vida humana antes que el beneficio económico propio de la actividad”, y agregó “rechazamos este tipo de prácticas abusivas sobre los trabajadores del transporte y esperamos que las autoridades intervengan para regular y sancionar a los responsables”.

Stephen Cotton, secretario general de la ITF

Finalmente, Díaz aseveró “estamos agradecidos a Adrián y a la Unión de Trabajadores del Transporte de Uruguay por sacar estos casos a la luz. Cada uno representa a una madre, un padre, una hermana, un hermano, una hija o un hijo a quienes les han arrebatado un ser querido en nombre de la codicia. Debe hacerse una limpieza en esta industria por el bien de ellos”.”

Por su parte, Rossen Karavatchev, coordinador de la Sección de Pesca de la ITF, se declaró “preocupado” por lo ocurrido en el Verdemilho, y señaló “los caladeros de la costa atlántica de Sudamérica se están convirtiendo en un caldo de cultivo para la explotación y el abuso de los derechos humanos”.

“Nos encontramos ante una situación en la que algunas jurisdicciones están tan ansiosas por vender derechos de pesca que no les importan en absoluto los evidentes abusos que se cometen contra los trabajadores justo a la salida de sus puertos. Es una industria multimillonaria, y hay mucha gente que se beneficia de ello” resaltó el dirigente.

En ese sentido, Karavatchev detalló “como consecuencia de esta negligencia, las autoridades han hecho la vista gorda a las remuneraciones insuficientes, el maltrato, el daño físico e incluso las muertes de los trabajadores de las embarcaciones” y concluyó “me pregunto si los consumidores de Europa, Asia y Norteamérica son conscientes de que el pescado que consumen del Atlántico Sur está manchado de la sangre de trabajadores explotados por las empresas pesqueras”.

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