Otros Puerto: Hoy CHIMBOTE

Par más que para los argentinos golosos, decir “Chimbote” los remite a un excelente producto de nuestras tierras, autóctono y reconocido si lo hay, como lo es el dulce de leche, creación inigualable para muchos, en materia de pesca nos refiere a una cosa totalmente distinta.

Puerto de Chimbote
República del Perú

Decir “Chimbote” nos remite a otro lugar, cercano y no tanto en kilómetros, ya que la ciudad que lleva el nombre que nos ocupa hoy, se encuentra sobre el Océano Pacífico, en la Bahía del Ferrol y cuenta con casi medio millón de habitantes, y que otrora fuera señera en la República del Perú.

En la década del `50, la ciudad en cuestión, comenzó un crecimiento notable a través de la actividad portuaria con la constitución de la Corporación Peruana del Santa, la construcción de una represa hidroeléctrica y las actividades siderúrgicas, posibilitando así que el puerto, llegado 1960, necesitara de mano de obra, casi con urgencia y con una disposición de parte de los trabajadores de forma total, lo que hizo que además de la mano de obra imprescindible, se multiplicaran los comercios, los transportes y los servicios.

Pero cuando no se planifica, difícilmente las cosas puedan salir bien. El crecimiento fue desproporcionado y caótico a la vez. Con escasos controles y con un afán desmedido por conseguir un lugar “en el mundo pesquero”.

No fue extraño ver como entrada la década de los `70, la economía del lugar y con sus consiguientes coletazos en el resto de Perú, comenzó a caer de forma insostenible, debido a dos factores no observados: la sobrepesca y la contaminación, que agotaron los cardúmenes rápidamente y la enorme falta de fortuna cuando llegaron cambios climáticos como la “corriente del Niño” y un devastador terremoto, que destruyó la infraestructura inmobiliaria, además de cobrarse varias vidas.

Desde hace casi tres décadas, “Chimbote” intenta recuperar el lugar de privilegio que supo tener, no solo en América, sino en el mundo, remodelando en forma casi constante su bahía y las edificaciones, con inversiones millonarias, buscando rediseñarlo y dándole nuevas formas de construcción.

Evidentemente no todos los “Chimbote” son dulces.

Gustavo Alberto Seira

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